El "macho latino", un estereotipo peligroso para la salud


 

La construcción de la masculinidad es un proceso cultural. Lo interesante, señalan los especialistas, es darse cuenta de cómo se van construyendo estos distintos modelos y percibir si las conductas que se ejercen son realmente propias o responden a una presión social.

Reportaje al Lic. Guillermo A. Vilaseca, Jueves 21 de Abril de 2005, Diario Clarín


 

Por motivos varios, ser varón no es tan fácil como era. El problema es mayor cuando el hombre se siente obligado a sostener lo que algunos especialistas denominan rasgos de la masculinidad hegemónica. ¿De qué se trata? Son aquellas características asociadas con el ser varón que la cultura occidental refuerza y hasta estandariza, como las conductas de riesgo, los comportamientos agresivos, el poco cuidado por la propia salud, la desconexión con la percepción emocional y la obligación de demostrar fortaleza a toda costa. En otras palabras, la sociedad presiona para que los varones se diferencien claramente de las mujeres.

En los últimos años, diversos estudios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) demostraron que la práctica de conductas asociadas con estos rasgos masculinos de la cultura dominante representa un serio riesgo para la salud de los hombres. “Los varones que se refugian en estos comportamientos están más propensos a enfermarse tanto física como emocionalmente”, sostienen. ¿Por qué? Entre otras cosas porque se cuidan menos, corren más riesgos y responden más agresivamente al estrés. Además, están más expuestos a las tres primeras causas de muerte: lesiones no intencionales, homicidio y suicidio.

En Argentina, como en otros lugares del mundo, existen grupos de varones cuyo objetivo es reflexionar sobre sí mismos, sobre su condición masculina y sus relaciones: con el mundo, con el padre, con los hijos, con la mujer y, en los últimos tiempos, con el trabajo y en especial con el dinero. Esos grupos han ido creciendo. Quienes han participado de estas experiencias coinciden en que producen efectos contradictorios. “Si alguien necesita permanentemente confirmar su potencia, su virilidad, es por inseguridad”, dice Norberto Inda, terapeuta especializado en grupos y parejas. Y agrega: “Es una instancia frágil, que puede estar motivada por un problema de erección, la pérdida del trabajo, o un fracaso deportivo”.

El psicólogo Guillermo Vilaseca, director del sitio www.varones.com.ar, sostiene que hoy, “ser varón está ligado a saber, poder y tener; ser importante, sentirse orgulloso y confiado de sí mismo. Todas cualidades con un denominador común: potencia”. Según Vilaseca, hoy los varones tienen menos poder pero son compelidos a comportarse como si lo conservaran. “En este cuadro de situación los varones conforman una ‘población en riesgo'. Tienen problemas consigo mismos, con las mujeres y con el mundo. ‘Deben demostrarse' que pueden, aunque esto no sea así. ¿El resultado? Impotencia, confusión y, a veces, enfermedad”, dice.

El machismo exacerbado tiene una presencia muy fuerte en las culturas latinoamericanas. “Canadienses, belgas y escandinavos, por ejemplo, están bastante menos preocupados por la virilidad y la defensa de los valores fálicos”, sostiene Inda. Sin embargo, varias experiencias probadas en la Argentina y en la región han obtenido resultados claramente positivos. En casi todas el varón logra achicar la necesidad de que la mujer lo observe permanentemente y esto puede ayudar a generar una verdadera pareja, en el sentido de pares, donde las diferencias subsisten pero no se tornan desigualdades.

¿Qué vías o estrategias permite mejorar la comunicación y el entendimiento en la pareja? “Hablar, no suponer lo que se espera de nosotros. Saber que junto a los roles están las personas, que suelen ser más ricas y complejas. Incluir el humor siempre, no tomarse tan en serio, no creérsela demasiado”, concluye Inda.

 

Por Verónica Kenigstein. Especial para Clarín.com
conexiones@claringlobal.com.ar
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